martes, 31 de mayo de 2011

Los pepinos no tienen la culpa

Hasta hace unos días los pepinos no habían tenido nunca tan mala prensa. Permanecíamos ajenos a su mundo, a su nacimiento, desarrollo y muerte, a su vida campestre. Pero ahora viene la ministra de nosequé de Alemania diciendo que nuestros pepinos son asesinos. Oiga usted, un respeto. Asesinos serán los suyos, con esa gastronomía que da ardores. No nos toque usted el pepino, que nos cabreamos.

Y ahora dicen que se habían equivocado. Que quizás el pepino asesino era austriaco o alemán, o era de la Selva Negra o de Manchuria. Mientras, decenas de miles de personas pierden miles y miles de euros. Estúpidos como ellos mismos, ministros bocazas que no saben lo que dicen u otros que, con la excusa de las ayudas al olivar, vienen a Andalucía y cogen una aceituna del árbol y se la comen (¡verídico!) para demostrar su conocimiento del medio.

Pues ahora que paguen, que se arrodillen ante el agricultor y reciban su cogotazo. Lo que está claro también es que todo lo que sale por la tele o se oye en la radio se cree a pie juntillas. Que la verdad está simplificada, reducida a un titular, y que se vomita y olvida sus consecuencias. Ya va siendo hora del escepticismo ante los medios, de que exijamos una información veraz, de que no nos tomen el pelo. Esperemos que el 15-M tome nota en sus reivindicaciones. Mientras, me voy a tomar un gazpacho con pepino.

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