Pero la tele me dice lo que es correcto y parece ser que esto es lo que debe ser. Obama proclama al mundo su soberanía, dice que el planeta es un lugar mejor y más seguro. A continuación dice que aumentará la seguridad en los aeropuertos. No entiendo nada.
Premia a los soldados ejecutores, les da marisco y medallas. Habla de cómo tiraron a Osama al agua y éste se hundió muy rápido pues su propia maldad lo hacía enormemente pesado. Los mandamases americanos han tenido la suerte de ver en la tele el asalto, ejecución y comprobación (foto en mano) de que aquel bicho peludo era Bin Laden. Es como ver un reality show de la guerra. Luego hacen palmas y silban.
Es, tal vez, la primera vez que un Premio Nobel de la Paz ordena una ejecución. Me imagino a Ghandi diciendo que apedreen hasta la muerte al que intentara asesinarlo. Pero éste de hoy es un mundo distinto, el mundo de los cowboys, de John Wayne, de aquellos que creen que el odio no engendra odio, de que la venganza fría es apetitosa y está de moda.
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