jueves, 14 de febrero de 2013

Sanguijuelas del poder


Nuestro país, quizás por su tradición picaresca, quizás por el hambre que ha pasado, quizás por otras extrañas razones que se me escapan, mantiene, en su nefasta clase política, un hambre de dinero que no es normal. La manera es que rebañan de aquí y allí es preocupante. Será que tienen sed de piscina, mariscadas y viajes al Caribe. Serán que quieren ser ejemplo de opulencia para sus hijos y dejarles un chalet en la sierra. Serán que son miserables y ciegos de avaricia, como sus amigos los grandes banqueros y empresarios. Pero ahora, una vez que han sido pillados en pelota, una vez que apestan a chanchullo, una vez que no son capaces de mirar a los ojos de sus cabreadísimos ciudadanos e incluso votantes, ahora, digo, son especialmente sanguijelas del poder, pegados a la piel del escaño, a la piel del asiento del mercedes que conducen sus chóferes, a la comodidad del que nota su bolsillo rellenito de dinero podrido, pero a fin de cuentas, dinero. No hay quien los haga dimitir, no se van ni arrastrando, son como esos chiquillos que no hay forma de sacarlos de la pastelería encaprichados con ese enorme y peguntoso dulce achocolatado. Ójala se le atragente.Malditos sean.