Se estrena en estos días “Los hombres que miraban fijamente a las cabras”, peculiar título para una peli que cuenta una historia real (!!) de un grupo de soldados norteamericanos entrenados para la lucha mental, para combatir con la mente, para la telepatía y otras lindezas. Estos guerreros “new age” se entrenaban con cabras a las que miraban fijamente, sucumbiendo algunas bajo los efectos de su poder.Todo esto estaba pensando para los interrogatorios frente al enemigo, en un paso más allá de la inteligencia(?) militar americana.
Mas inteligente es el autor de las canciones de “Barrio Sésamo”, que, enterado de que sus coplas se utilizaban como tortura en los interrogatorios en Irak, ha pedido al gobierno yanqui el pago de los derechos de autor. Al muchacho no le falta razón.
Leer la mente ha sido siempre un deseo del ser humano, como ser invisible o desnudar a la gente con la vista. Saber lo que piensan los demás podría parecer atractivo pero ni mucho menos lo es. Nuestros pensamientos íntimos sobre el vecino son tan crueles a veces que es mejor que nadie lo sepa. Las miserias comunes quedarían al descubierto y nos quedaríamos con cuatro amigos mal contados. Yo me conformo con leer mi mente, cosa que a veces ya me cuesta un huevo
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