lunes, 11 de enero de 2010

Soy un prisionero de la nieve

Jack Torrance, el personaje que interpretaba Jack Nicholson en “El Resplandor”, quedaba aislado por la nieve en un hotel enorme con su mujer y sus dos hijas. Poco a poco se le iba la pelota, cogía un hacha y las perseguía con ánimo de trocearlas. Hoy me acordé de la película cuando mi casa de la aldea del Alcornocal se ha quedado completamente aislada por la nieve y no puedo salir ni a por tabaco. Por todos lados un manto blanco me acompaña. Ya no es Navidad así que no hay componente vacacional ni festivo. Tampoco tengo compañía a la que descuartizar (excepto mi gata, que desconfiada de mis miradas, se esconde bajo las nagüillas con discreción). Así que es aislamiento puro y duro. Es precisamente ahora cuando más gana tengo de salir, aunque haga frío, no haya nada que hacer y tenga muchas tareas pendientes.
Así somos los humanos. Esclavos de la contradicción, hoy soy prisionero de la nieve y ayer lo fui de las rebajas (el nombre viene de lo que nos rebajamos como personas ante un consumo innecesario) y mañana lo seré de aparatos electrónicos que, andaquesí, me hacen creer que soy mas feliz.
Estoy prisionero y sé que no puedo salir pero si pudiera tampoco saldría. Porque es domingo y hace frío, porque estoy flojo y porque me gusta leer.
Buñuel en su peli “El angel exterminador” reunía a un grupo de burgueses decadentes en una sala de la que, a pesar de estar completamente abierta, no podían salir. No había ningún motivo, ninguna razón.Era una genial metáfora de lo que somos muchas veces, prisioneros de prejuicios, pensamientos y opiniones de los que no podemos salir, a pesar de que, increíblemente, nada nos lo impide.

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