Este fin de semana aterriza en Galicia el Papa. Este hombre, de aspecto terrorífico e intenciones supuestamente generosas, es el mismo que hace unos años olvidó denunciar a unos curas pederastas de su comunidad. Que venga o no, me da lo mismo, pero que venga de paisano, sipote, y no de estrellona pop. Y que gran parte de la pasta para su visita (leo 200.000 euros diarios) sea pagada por el Estado es vergonzoso. Más de vergüenza es que, además, hayan tenido que crear una subasta en internet de escombros de la iglesia para pagarle a este tío las comilonas. Hay varias organizaciones en Cataluña ("Yo no te espero" es una) que van a dar la nota en estos días, sobre todo las de gays que se besarán, para dar por culo, ante la presencia de su majestad católica Ratzinger.
Cuando este hombre (y su empresa) entren en el siglo XXI, empezaré a tenerles en cuenta, mientras tanto que se vaya a zurrir mierdas con un látigo.
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