martes, 2 de noviembre de 2010
Cambio de hora: daños colaterales
Como todos los años, como cae la hoja en otoño, vuelve el cambio de hora. Su origen es, supuestamente, económico. Nos levantamos una hora solar más tarde y no encendemos la luz, ahorrando por ello unos eurillos pa España. Lo inverosímil del asunto es que, como anochece antes, encendemos la luz una hora antes por lo que la cosa se queda igual. Muchos escépticos de la vida, que creen también que el hombre no piso la luna, que Elvis Presley sigue vivo y que los americanos tienen cadáveres de aliens, muchos dicen que en realidad es una maniobra de despiste para el ciudadano. ¿Para qué? No se sabe, pero debe ser mu malo. Para el ser humano normal el cambio le ocasiona molestías y desvaríos, hasta almorranas si cabe. Sin embargo nada comparable a unos terroristas gilipollas que fueron a poner, desde el país vecino, una bomba cronometrada a Palestina sin tener en cuenta que habían cambiado ese día la hora en aquel lugar, por lo que la bomba le estalló en las narices esperando que llegara la hora de dejar el paquete en el sitio indicado. Gajes del oficio.
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