Hombres y mujeres pasean metidos en ataúdes mientras la gente los cobija, los anima, los celebra como vivos escapados de la guadaña que todos tenemos esperando en algún lugar indeterminado de este mundo de loterías siniestras.
Desafortunadamente hay en el mundo, en Africa sobre todo, miles de personas a las que la muerte las tiene en su agenda y no admiten prórroga alguna. El hambre se las lleva mientras Occidente discute sobre tipos de interés, sobre primas de riesgo, sobre cómo conservar este lamentable estado de bienestar que aquellos que van de un país a otro sin esperanza jamás tendrán.
El verano se revela siempre intrascendente y apático, así que cuando la realidad de Africa nos ostia en la cara, nos sorprende y no entendemos por qué razón nos molestan con semejantes noticias tan escasamente gratificantes. Será que nuestra miseria, nuestra culpabilidad nos hace cómplices de su desgracia y que haría falta mucha caridad para paliar este sinsentido que los gobiernos escabullen mientras apuran sus croasanes en largas mesas de negociaciones en torno a su avaricia.
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