
Por cierto que el de la foto es el protagonista de la versión gatuna.
En las antípodas está la película de Facebook, que realmente no habla tanto de eso ni siquiera de internet, sino del egoísmo y la avaricia de los tiempos que corren, y de cómo todavía, aún estando tan ajustados los mecanismos de control de los gobiernos, algo puede salir de la nada y convertirse en refugio emocional de millones de personas, adictas a la vida fragmentada de la red. Tiene un guión modélico (sus diálogos son brillantes) y se disfraza de película para gente joven conteniendo más veneno del apropiado en estos casos. Todo orquestado por el director de “Seven”, David Fincher, que sigue siendo uno de las más coherentes (cosa rara) en el panorama actual.