Las sorpresas mas agradables que he tenido ultimamente en el cine han venido de tres cuentos. El más infantil de ellos es Ponyo en el acantilado, del director del viaje de Chihiro, Hayao Miyazaki, un hombre que practica todavía la animación tradicional y que siempre recrea fábulas originales con tintes ecologistas y que son especialmente imaginativas y poco predecibles. El segundo, para niños mas creciditos, es Los mundos de Coraline, un cuento en el que una niña descubre otro mundo donde los padres hacen caso y te hacen maravillosas comidas (no lasañas de microondas) pero que en vez de ojos tienen botones. Una autentica maravilla de peli, para ver en 3d, que fascinará a todos aquellos que disfruten de la fantasía y la imaginación con toques tenebrosos.
Estas dos pelis coinciden en tratar a los niños con respeto y no como idiotas consumidores compulsivos, soñadores de princesas y príncipes anoréxicos-encantados.
El tercer cuento no lo es pero a mi me lo parece. No es para niños sino para mayores que deseen ver una manera differente de tratar a los vampiros, que no sólo son señores-ligones de dientes afilados y capa roja sino mucho mas. En Déjame entrar mezclan los problemas de acoso escolar con la desgracia de ser un vampiro adolescente, siempre yonqui de sangre fresca que no quiere tomar.Una historia increible con un final sorprendente.
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