Todos los años, por estas fechas, igual de puntual que los Reyes Magos, llega la alergia. Moqueo, picor de ojos, ahogo, estornudos, cansancio y un sinfin de síntomas que son, sin duda, el triunfo de la naturaleza sobre el ser humano. Algo tan insignificante como el polen, tan chiquito e inofensivo, nos deja bien jodidos, casi anestesiados para llevar una vida normal.
Nunca hay que subestimar al enemigo, por pequeño que sea. Ya lo decía H G Wells en "La guerra de los mundos" cuando unas bacterias diminutas se cargaron a aquellos marcianos feos y horrorosos que se comían a la gente y les chupaban la sangre.
Si fuera judeocristiano daría gracias a la alergia, por hacerme ver que la normalidad es una bendición, que tener la nariz sin mocarrera es una alegría, que estar recio de fuerzas y no mas flojo que un muelle, es una cosa que no valoramos.
Al final todos seremos alérgicos. Unos al olivo, otros a la gramínea, otros a las papas fritas. Pero llegará Junio y se me olvidará todo porque los humanos, andaquesi, no aprendemos de nuestros errores y se nos olvida lo malo pronto.
Hala, a moquear.
1 comentario:
Como bien tu dices no somos nada!!!! Pero una primavera sin alergia sería como una navidad sin "porvorones", o una semana santa sin pestiños. Y ánimo que junio ya esta a la vuelta de la esquina, un abrazo.
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