
Ganador de algunos premios a su aspecto horroroso, enorgullecía a su ama americana allá donde fuera, siempre fiel y siempre feo.
Todos sabemos que la feura (perruna o humana) no es tal, sino una diferencia respecto a la norma, siempre mitificada por la juventud, la televisión y la publicidad cruel.
Quede ahí pues el recuerdo para el chucho y para todos los feos y feas del mundo que, ayvedios, ojalá sepan disfrutar de su diferencia como Dios manda y no en comparación que siempre es una jodienda.
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