Si este país tuviera coherencia democrática, si las personas que se agarran al poder como sanguijuelas tuvieran honradez, el gobierno estaría tocado y hundido. Si unos documentos demuestran, tras muchas otras evidentes pruebas y testimonios, que el PP se financió ilegalmente y se lucró en cajas de puros, en sobres o en cartones de huevos, no quedaría otra opción de ir al congreso y decir, por una vez y sin que sirva de precedente, que se han equivocado, que mangaron, que robaron, que tenían que pagar las comuniones de sus hijos católicos, que tenían que pagar sus piscinas, sus fiestas de cumpleaños, sus viajes a Disneylandia, sus comilonas infectadas de langostinos de bigotes rosados.
Eso sería demostrar entereza, honestidad, valentía. Eso demostraría que el político, henchido de lealtad a su partido y a su basura interna, daría un paso adelante dándose cuenta de que decir la verdad, andaquesí, reconforta un montón y te hace mejor persona. Eso sería demasiado.
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