Desde muy pequeñito, Marianico Rajoy, lo tuvo difícil en la escuela. Los niños le perseguían y zurraban, las niñas le escupían, y su único amigo, el gordete Pepón, apenas si podía comprenderlo. Su mayor defecto era salir corriendo, no dar la cara, no enfrentarse a los problemas. Era un experto en escaquearse y poner pies en polvorosa cuando la cosa se ponía fea. Hoy ha crecido y se ha dejado barba para parecer más listo pero sus actos le delatan. Cuando todo el país está empobrecido y cabreado por sus asuntillos de dineros robados y estafados, él no quiere comparecer en el congreso y dar la cara ante los españoles, que si fuéramos de otra manera, ya habríamos rodeado el congreso y lo habíamos acribillado a tomatazos junto a sus amiguitos corruptos y pijos.
A Marianito no le importa que todos, incluidos prensa americana y europea, lo pongan como un gobernante cagueta y sospechoso, que su credibilidad esté por los suelos, que una nube de odio viaje de un lado para otro de este país buscándolo para lloverle encima. Así es Marianico, un auténtico gallina fumapuros.
jueves, 11 de julio de 2013
martes, 9 de julio de 2013
Tocado y hundido
Si este país tuviera coherencia democrática, si las personas que se agarran al poder como sanguijuelas tuvieran honradez, el gobierno estaría tocado y hundido. Si unos documentos demuestran, tras muchas otras evidentes pruebas y testimonios, que el PP se financió ilegalmente y se lucró en cajas de puros, en sobres o en cartones de huevos, no quedaría otra opción de ir al congreso y decir, por una vez y sin que sirva de precedente, que se han equivocado, que mangaron, que robaron, que tenían que pagar las comuniones de sus hijos católicos, que tenían que pagar sus piscinas, sus fiestas de cumpleaños, sus viajes a Disneylandia, sus comilonas infectadas de langostinos de bigotes rosados.
Eso sería demostrar entereza, honestidad, valentía. Eso demostraría que el político, henchido de lealtad a su partido y a su basura interna, daría un paso adelante dándose cuenta de que decir la verdad, andaquesí, reconforta un montón y te hace mejor persona. Eso sería demasiado.
Eso sería demostrar entereza, honestidad, valentía. Eso demostraría que el político, henchido de lealtad a su partido y a su basura interna, daría un paso adelante dándose cuenta de que decir la verdad, andaquesí, reconforta un montón y te hace mejor persona. Eso sería demasiado.
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