
Pero la sospecha recae sobre este Noé yanqui porque, si el mundo se acaba ¿Para qué quiere la criatura tanta pasta? No habrá nada que comprar y el dinero perderá su valor, con lo cual lo más probable es que ni él mismo se crea nada y que en realidad sea un granuja con gana de forrarse.
Después de semejante noticia soñé que el mundo se acababa realmente y que sólo quedábamos vivos las juventudes del PP y yo. Ellos me instaban a que me alistara en sus filas a cambio de latas de potaje Litoral y yo, ensimismado en mi izquierdismo, les decía que no y me iba al campo a comer haramagos radioactivos. Así pues, moría lentamente por una cuestión de principios y me preguntaba qué importan los principios si no puedes comer y el mundo está en ruinas.
Seguramente el mundo no se acabe en el 2012 y muy chungo sería que saliéramos por fin de la crisis y nos machacara un meteorito. Mientras tanto, este americano listillo está haciéndose de oro a expensas de desgraciados que no quieren extinguirse, que creen que viviendo en un bunker se acabarán sus penas cuando en realidad tendrán que enfrentarse a una convivencia post-nuclear de lo más irritante.